Saqra; en el lenguaje quechua significa diablo, sin embargo, esta palabra tiene una connotación diferente que la palabra supay y que se entiende en el sentido de malvado y peligroso. El saqra, por el contrario, es un diablo travieso, tentador, personificado por diferentes animales: murciélago, chancho, perro, gato o gallo entre otros. Los saqra mantienen un juego de poder con la virgen, porque la tientan a ella y a la gente que asiste a la fiesta, pero al mismo tiempo no son capaces de mirarla de frente. Es por eso que cuando ella recorre en procesión el pueblo, los saqra, subidos en los techos, balcones y postes, se retuercen y se cubren la cara a su paso; los saqra tampoco pueden entrar a la iglesia con la máscara puesta. Sin embargo, al mismo tiempo, tienen la protección de la virgen porque durante los días de fiesta ella los libra de cualquier accidente. Según la tradición oral, los saqra llegaron al pueblo a terminar de construir el puente Carlos III, después de que muchos obreros habían caído al río.
La comparsa está integrada por Lucifer -caporal del grupo-, una china saqra o Luzbel -mujer acompañante del caporal- y dos filas de soldados diablos encabezadas por dos capitanes. También participan niños y niñas diablos a los que se les llama mascotas.
La música que acompaña a los saqra se interpreta con violines, quenas, un arpa, un acordeón y un bombo (eventualmente una batería y un güiro).
Los saqra también participan en la guerrilla. Cuando los qhapaq qulla mueren, éstos pasan con su nina carro (carro de fuego) para llevarse a los muertos al infierno. Ellos son los que «terminan la labor de los qhapaq ch’unchu». Este hecho les otorga una significativa importancia ritual, que los obliga a estar presentes en la fiesta, exigiendo a sus integrantes a hacer una junta en caso que no hubiera un karguyuq. La coreografía de los saqra es, además, una de las más complejas y largas de todas.
Por lo general, este grupo está integrado por estudiantes, profesores o empleados, que viven en Paucartambo o en Cuzco. He podido observar ciertas tensiones entre el grupo de los residentes en Paucartambo y el de los residentes en Cuzco, que se han hecho especialmente evidentes en el momento de elegir autoridades al interior de la comparsa. La residencia en Cuzco parece haberse convertido en una cualidad más valorada que, por ejemplo, los años de pertenecía al grupo, lo cual es interpretado por algunos como una falta de respeto a la autoridad. Este conflicto entre paucartambinos y no paucartambinos existe también en otras comparsas y puede observarse también entre las comparsas mismas. En este sentido, por ejemplo, las comparsas de los contradanza y los qhapaq negro son criticadas por otros grupos en el sentido que participan en ella personas que no tienen vínculos de parentesco con Paucartambo.